26 may 2010

Salir del paso


Buscaba con empeño un solo matiz que me decantase ante una solución u otra planteándome un conflicto. Como simplicidad y complicidad se unen formando un cóctel homogéneo, es tan sencillo alcanzar la perfección si pones el empeño suficiente que luego siempre acabas olvidando que el empeño hay que mantenerlo, aumentarlo de forma gradual hasta conseguir una estabilidad, en otras palabras cuidarlo. Y viene la hostia cuando nos cruzamos con los primeros daños colaterales, la primera noche sin dormir o la preocupación y la agonía. Los celos, la pérdida de paciencia en demasiadas situaciones... cuando tienes la hostia delante estás suficientemente cegado por creerte que llevas la razón como para no verla venir. Te miras al espejo y piensas, ¿porqué no lo evité cuando pude?. Terminas por digerir tus errores, por y para ello te tomas tu tiempo y cuando quieres darte cuenta estás ante un reproche. ¿Reproches, aún encima? Es entonces cuando recurres a las dosis de sinrazón, al retorcido sabor de la soledad a pequeña escala, al arte contemplativo. Te cuesta entender que ya no queda tiempo, que la fugacidad está empezando a comerse a tu sombra. Te das cuenta de que no queda otra opción, vuelve a ser lo de siempre.
"Y una vez más asimilas, digieres, no te quedas parado, sobrevives; sales del paso".

2 comentarios:

seres eléctricos dijo...

y entonces, después de esforzarte lo suficiente vuelves a alcanzar la perfección. o a acercarte mucho al menos. y así es siempre, esfuerzo fallos y asimilación. es un círculo un poco incómodo, la verdad. pero por suerte acabas (a no ser que el fallo y los reproches sean demasiado grandes) acostumbrándote

Pablo Canedo dijo...

Te das la vuelta mucho, socapucho xD